Lupin

Inspirado en las novelas de Arsène Lupin de Maurice Leblanc, Asanne Diop es un ladrón de guante blanco que planea la venganza contra un empresario que inculpo a su padre de un crimen que no cometió, llevándolo al suicidio tras su encierro. Con cada movimiento que Asanne hace, se da cuenta de que su cruzada va desenterrando una conspiración más profunda de lo que esperaba.

25 años después de aquel fatídico día, el collar curiosamente aparece de nuevo y va a ser subastado por sus dueños para llevar a cabo la típica fundación que todo aristócrata ricachón quiere tener para «lavar sus adineradas consciencias». Nuestro protagonista, que siempre ha dudado de la culpabilidad de su padre, se meterá de lleno en una cruzada para descubrir la verdad y poder así vengarle.

Aunque no todo es meramente diversión, lo más inteligente en el guión es que todo lo que nos presenta es sumamente personal para Asanne, esto hace que los riesgos en los conflictos vayan más allá de perder lo material, sino que hay una amenaza a la vida de los personajes que rodean a Asanne. Esto mantiene al espectador interesado pues las consecuencias son reales, se crea la necesidad de ver que es lo que va a suceder después y muchas veces es difícil predecirlo.

Lamentablemente Netflix tiene una manía con separar las temporadas de sus series, así que esta ‘primera parte’ es eso, la primera parte de una sola temporada, entonces cuando llegas al capítulo 5 se siente exactamente como lo que es, el punto medio de la trama principal y no un cierre más concreto de esta. Habrá que esperar un par de meses para ver como concluye esta historia, por ahora nos quedamos con un cliffhanger que es más frustrante que emocionante.

Aún así, para pasar unas cuatro horas frente a la televisión, Lupin es una excelente opción, entretenimiento sencillo, con empeño y cariño, del mejor que puede haber.
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